Cómo obtener agua potable abundante y a bajo costo para abastecer a las zonas más áridas del planeta? Un equipo de científicos e ingenieros franceses abandera una solución audaz que raya en la ciencia-ficcion: aprovechar la que se produce por el deshielo de icebergs a la deriva en el océano.
La polémica propuesta, bautizada como ice dream (juego de palabras que significa “sueño helado”) no es novedosa: se remonta a los proyectos delineados desde mediados del siglo XX por el Ejército estadounidense a través de su Unidad de Investigación sobre Hielo, Nieve y Permafrost.
A principios de los 70 el explorador Paul-Emile Victor se unió con el ingeniero George Mougin y el príncipe Mohamed al Faisal de Arabia Saudita para formar una empresa y analizar la posibilidad de arrastrar icebergs hacia zonas desérticas. Incluso organizaron un congreso sobre el tema en 1977.
Pero en aquel entonces no existían los medios para evaluar un proyecto de esta naturaleza y menos aún, para ponerlo en práctica. Ahora, con un avanzado programa de simulación diseñado por la compañía Dassault Systèmes el equipo encabezado por Mougin ha retomado la idea y determinado que es técnicamente viable.
“De acuerdo con los patrones de vientos y corrientes, así como los de la rotación terrestre, los destinos más viables para remolcar un iceberg están en las costas oeste de los continentes, por ejemplo, Marruecos, Namibia (África), el sur de Australia, Chile, Perú o California”, refiere Mougin.
Simulación en 3D
El programa permite alimentar cúmulos de datos meteorológicos y oceanográficos (disponibles en los centros de investigación) sobre corrientes marinas, mareas, temperaturas, humedad, vientos y salinidad, entre muchos otros. Así se logran modelaciones virtuales en 3D que permiten definir las rutas más apropiadas para arrastrar un iceberg hasta el destino elegido.
Con estas simulaciones inmersivas pudo determinarse que los bloques de hielo más adecuados para el arrastre son los de forma rectangular que se desprenden de las zonas árticas, pues éstos tienen una relación superficie-volumen óptima que dificultaría el deshielo prematuro, es decir, antes de que lleguen a las zonas costeras elegidas.
Asimismo, el software permite proyectar y analizar las fuerzas e interacciones a las que estará sometido el bloque de hielo elegido durante su trayecto hacia regiones más cálidas. Esto incluye la fricción con el agua marina a distintas velocidades y potencias de remolque; el impacto de tormentas y zonas de alta presión, además de posibles escenarios de choque o fractura.
El equipo se abocó a la reconstrucción digital (con ayuda de fotos, videos e información enviada por satélites meteorológicos) de un iceberg rectangular observado en las costas de Newfoundland, Canadá. Al concluirla, encontraron que el bloque de aproximadamente 7 millones de toneladas de peso, 236 metros de largo, 189 de ancho y 163 de espesor podría ser transportado hasta las Islas Canarias (España).
Allí, el agua limpia producida por el derretimiento natural podría captarse prácticamente libre de contaminantes, tras envolver grandes trozos del iceberg previamente fragmentado en gigantescas bolsas de plástico. También podría utilizarse una planta de energía para aprovechar el proceso y alimentar sistemas de aire acondicionado.
No hay riesgo de sobreexplotación
El equipo de investigadores calcula que solo con un bloque como el hallado en Newfoundland podría satisfacerse el consumo anual de agua potable de 35 mil personas. En la región de Groenlandia (donde casi todos tienen formas rectangulares) se desprende el equivalente a entre 300 mil y 500 mil millones de toneladas de icebergs cada año.
“La cantidad de hielo liberado es tan enorme que no existe el riesgo de sobreexplotación, pues se prevé que sólo será remolcado el equivalente a una milésima parte”, argumenta Mougin, quien asegura que ello no afectará ni la flora ni la fauna o clima del planeta.
Si acaso, admite, se generaría neblina en la punta del bloque (una vez llevado a aguas más cálidas), pero ésta rápidamente se disiparía. Consultado al respecto, el climatólogo Benjamín Martínez, del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, coincide en que el desplazamiento de icebergs no alteraría el equilibrio ecológico, pues su volumen es insignificante en relación con el océano.
Con todos estos antecedentes, los investigadores franceses están convencidos de que su idea es viable técnicamente, pues —argumentan— de todos modos los icebergs a la deriva terminarán fundidos en el mar. Pero para llevarla del mundo virtual al real ahora requieren el apoyo financiero de un socio que esté dispuesto a invertir 8 millones de euros.
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